Cuando tú mismo te pones objetivos difíciles de alcanzar, eres tú mismo quien se está autosaboteando.
A veces lo haces por soberbia, a veces por vanidad, a veces por mera necesidad, o a veces por cualquier otro motivo… pero en todos los casos desencadenas sin darte
cuenta un gran lastre que cada vez te pesará más e irá más en tu contra.
Dado que cada vez pasará más y más tiempo sin conseguir tu objetivo, cada vez tomarás más riesgos, cada vez más y más rápido querrás ir… con lo cual si tu objetivo ya te estaba resultando inalcanzable de por sí, más se alejará, y más inalcanzable resultará si además lo quieres aún más pronto que antes.
Esto hará que muchas veces tengas que volver a empezar y muchas veces desde más atrás, pero llegará un momento en que ya no te queden fuerzas…
Ni tiempo…
¿En cambio no me lo vas a creer, pero sabes qué pasa en el momento en que te pones tanto objetivos como metas más cercanas?
¿Tan cercanas que las tengas tan solo a un paso, o incluso al alcance de tu mano?
Pues que en ese momento irás tan rápido, que ni cuenta te darás que tus objetivos que antes te resultaban inalcanzables, ahora solo serán un punto de descanso.
Y esto es así por que inviertes las cosas sin saberlo. De modo que todo lo que iba en tu contra se vuelve a tu favor.
Aunque no lo vas a creer ni poder poner en práctica hasta que no lo experimentes por tí mismo.
Pero si en algún momento vuelves a ponerlos tan solo un poco más lejos, volverás a desencadenar todo eso que tanto daño te hizo antes.

Deja un comentario